Acabo de terminar de ver la intervención del presidente del Gobierno tras la reunión del Comité Federal del PSOE. El anuncio de que Zapatero iba a dirigir unas palabras a los suyos había provocado una gran expectación. Con el debate sucesorio en el aire, parecía que hoy era el día marcado en el calendario en el que el inquilino de La Moncloa iba a dar luz verde a la carrera por sucederle al frente del partido y ¿de España? Pero el gozo en un pozo.
El caso es que el discurso de ZexP ha dejado con un mal sabor de boca al que escribe estas líneas. He de decir que dentro de mi corazón existía la esperanza de que el jefe del Ejecutivo anunciara su dimisión o que adelantara elecciones. Ni lo uno, ni lo otro.
Zapatero ha dicho que el PSOE es "el gran proyecto modernizador y social de España y no vamos a dejar de hacer todo lo necesario por este país". Lo que realmente necesita este país llamado España es un nuevo Gobierno que le saque de este desgobierno. Necesita reformas que nos saquen de la crisis en la que nos ha metido Zapatero y no a base de ocurrencias inútiles que lo único que hacen es restringir las libertades de los ciudadanos. Zapatero, primero negó por activa y por pasiva su existencia para ganar otras elecciones y después esperó a que escampara cuando la tormenta todavía no ha dejado de arreciar sobre nuestras cabezas.
Confío tan poco en Zapatero como en Mariano Rajoy, pero si tiene que ser el presidente del Partido Popular el que devuelva a ZP al lugar del que nunca debió salir, así sea. Pero de momento habrá que esperar a las elecciones autonómicas y municipales para ver si Zapatero se rinde finalmente y pone punto y final a una legislatura que pasará a la historia como la peor de nuestra democracia.
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