lunes, 28 de marzo de 2011

ETA nunca miente, Rubalcaba sí

La frase "ETA nunca miente" se le achaca al vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y se le pone en su boca para echar por tierra la autoría de la banda terrorista en los terribles atentados del 11-M después de que ese "hombre de paz", Arnaldo Otegi, dijera que ETA no tenía nada que ver con los atentados.

Las haya dicho o no, lo cierto es que lo revelado hoy por el diario El Mundo dejan en entredicho la ya de por sí débil credibilidad del número 2 del Gobierno. Si ETA nunca miente, Rubalcaba lo hace con excesiva frecuencia.

Los actos confirman las actas

El rotativo de Pedro J. ha convulsionado a todo aquel que lo ha leído y que está al tanto del Caso Faísán y la tregua trampa del año 2006. Ángeles Escrivá publica el acta de negociación de la reunión del 22 junio de 2006, que fue incautada dos años después en Francia al etarra "Thierry". Dicha acta se estructura en ocho puntos que puestos en perspectiva explican los actos que se han sucedido desde aquel día de 2006.

El acta muestra a un Gobierno entregado y plegado a las exigencias de la banda terrorista para que no rompa el alto el fuego. Pero el acta confirma que el Ejecutivo ha mentido a los españoles. Se ha dicho que durante la tregua trampa no hubo cartas de extorsión. Pero el entonces presidente de la Confederación de Empresarios de Navarra, José Manuel Ayesa, denunció que se seguían enviando misivas después del alto el fuego.

Se ha negociado políticamente con ETA. Se ha dicho que las detenciones del Bar Faisán fueron un incidente y que comunicaron a la Policía, Guardia Civil, Ertzaintza y Gerndarmería, que no hubiera más detenciones que entorpecieran la negociación política del Ejecutivo de Zapatero con los pistoleros. De hecho, Joan Mesquida, que por aquella época era el mando único de la Policía y la Benemérita, se atreve a decir que “a los agentes les cuesta mantener la tensión porque no ven al enemigo”.

En el acta se deja ver que se nombró a Alfredo Pérez Rubalcaba para que el proceso no se rompiera y para ello sustituyen al fiscal general de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, por el fiscal Zaragoza. Se sustituye al juez Marlaska que investiga el Caso Faisán por Garzón, al que hacen volver de Nueva York.

Por si esto fuera poco, el acta dice que hay que entender el ropaje con el que se visten algunas declaraciones, que no se puede salir de la mañana a la noche con el discurso real de lo que va a ser el final del proceso, que hay que ir moldeándolo según avancen las cosas, que va dirigido a la clase política, a los que aúllan contra el proceso, pero no va a ser alterada la hoja de ruta. Una semana después, el presidente del Gobierno anuncia en el Congreso, ante la prensa y no ante los diputados, que inicia el proceso de diálogo con la banda terrorista ETA, digamos que por no salirse de la hoja de ruta.

Reacciones

Ante semejante documento, las reacciones no se han hecho esperar. Desde el Gobierno, Zapatero y Rubalcaba callan, y el número dos de Interior, Antonio Camacho, el mismo que prestó su teléfono móvil para dar el chivatazo a ETA, pone en duda la veracidad del acta por venir de la organización terrorista.

El Partido Popular, por su parte, pide la dimisión del vicepresidente del Gobierno y piden que tanto él como el jefe del Ejecutivo comparezcan en el Congreso para explicar lo conocido hoy.

Mucho me temo que ni explicarán lo que hemos conocido ni dimitirán. Eso sí, harán todo lo posible para desmentir los hechos y desviar la atención con alguna de sus habituales cortinas de humo.

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