martes, 5 de abril de 2011

Antología del ZPismo


Era el 14 de marzo de 2004. España seguía conmocionada por la masacre del 11-M y José Luis Rodríguez Zapatero ganaba unas elecciones que tenía perdidas hasta ese fatídico jueves de marzo.

Aparecía ZP a los pies de la sede socialista en la madrileña calle Ferraz con un recuerdo para las víctimas, pronto se olvidaría de ellas, si no lo había hecho ya. Recuerdos también para Mariano Rajoy, el gran perdedor de la noche junto a España. Zapatero anuncia un cambio de talante que “comience esta noche” y deja la primera frase para el recuerdo: “el poder no me va a cambiar”. A medida que han pasado los meses se han ido viendo las promesas incumplidas. Sin olvidar que la sorpresa por el vuelco electoral obligaba al PSOE a retirar de su página web el programa electoral, quién sabe si lleno de utopías socialistas, valga la redundancia.

Talante por delante, Zapatero forma un Gobierno paritario, esto es, con 9 ministros y 9 ministras. Da igual la valía de una o de otro, el caso es que se cumpla lo prometido y lanza otra frase para la antología como la pronunciada en una entrevista en la revista Time: “la igualdad entre sexos es más efectiva contra el terrorismo que la fuerza militar”. Pasan las horas, los días, las semanas y los meses y va gobernando dejándose llevar por la inercia de las dos legislaturas de Aznar. Entre que “tenemos un Rey bastante republicano” y que “disuadir del consumo del tabaco y del alcohol es de izquierdas” se cuela otra reflexión para la historia: “el cambio climático causa más muertes que el terrorismo internacional”. Afirmación más que sorprendente, sobre todo ahora que la teoría del calentamiento global se desmorona como un castillo de naipes entre defensores enriquecidos y detractores perseguidos.

Pero sin duda el caballo de batalla del jefe del Ejecutivo es la lucha antiterrorista. Ya sabemos que antes de que llegara al Gobierno y en plena negociación del pacto antiterrorista estableció contacto con los criminales solo él sabe para qué, aunque poco a poco todos lo vamos sabiendo. Las conversaciones le dan sus frutos y ETA anuncia un alto el fuego permanente, que entrará en vigor el 24 de marzo de 2006, para “impulsar un proceso democrático” en el País Vasco. Las ensoñaciones de Zapatero de alcanzar la paz a toda costa le llevan a poner en riesgo la unidad de España y, como se vería pronto, facilitar que la banda terrorista siga en los ayuntamientos vascos engañado por una tregua trampa.

A penas tres meses más tarde, Zapatero anuncia “que el Gobierno va a iniciar un diálogo con ETA”. El presidente de los españoles nos miente porque todos sabemos que negocia con la banda terrorista desde antes del año 2004, antes del 11-M y antes de que ganara las elecciones generales. ZP sigue en su mundo, entre negociación y concesión a ETA, y toca hacer balance del año 2006. Fue entonces, el 29 de diciembre de 2006, cuando José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, afirmó solemnemente que en materia antiterrorista “estamos, por supuesto, mejor que hace cinco años, pero también estamos mejor que hace un año y hoy les expreso una convicción, dentro de un año estaremos mejor que hoy”. Dicho y hecho, la banda terrorista ETA le toma la palabra por no decir el pelo y pone una bomba en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas que acaba con la vida de Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate.

Compungido, descompuesto y sin novia, Zapatero declara que rompe las negociaciones con ETA y garantiza el 13 de marzo de 2007 que “no hay ningún contacto con ETA”. Nueva mentira. El presidente del Gobierno afirmó casi un año después en una entrevista río concedida al diario El Mundo que “autoricé nuevos contactos con ETA tras el atentado de la T4 debido al deseo de instancias internacionales”. Al presidente y adalid de la calle cuando enarbolada el “No a la guerra” o el “Nunca mais” del Prestige no le sirve ya el llamamiento de la ciudadanía, víctimas incluidas, que manifestación tras manifestación piden al Gobierno “Memoria, dignidad y justicia” y que no se negocie en su nombre con los terroristas. Zapatero llega a decir que “Arnaldo Otegi ha hecho un discurso por la paz” o que “Ignacio de Juana Chaos es de los que están a favor del proceso de paz”. Zapatero se olvida de las víctimas, aquellas que recordó la noche electoral de 2004, y da credibilidad al asesino de 25 inocentes y que en la cárcel pidió "champán, langostinos y tarta" el día que ETA asesinó al edil de UPN Tomás Caballero.

Durante esa tregua trampa se pudieron ver las concesiones del Gobierno a los terroristas con tal de mantener un alto el fuego que le beneficiara electoralmente. Acercó a Otegi a la cárcel de Martutene, liberó a De Juana Chaos que se puso en huelga de hambre y se le pudo ver pasear por las calles de San Sebastián. Ahora está huido de la justicia en Irlanda. También juntó a la Tigresa con su pareja en la prisión de Nanclares de Oca, excarceló a Díaz Usabiaga para cuidar a su madre, a Txelis para dar cursos de formación o a Beloki para someterse a un tratamiento de fertilidad, sin olvidar el chivatazo a ETA para evitar que se detuviera al aparato de extorsión de la banda.

Se acercaba la segunda cita electoral para el presidente del Gobierno y durante la precampaña y campaña electoral los ataques entre los dos partidos se sucedían. El ambiente de crispación beneficiaba al PSOE o eso creía su secretario general y así se lo hizo saber a Iñaki Gabilondo al finalizar una entrevista en el canal Cuatro: “Nos conviene que haya tensión”, Zapatero dixit. Tanta fue la tensión que ETA decidió acabar con la campaña con el asesinato del concejal socialista de Mondragón, Isaías Carrasco. Era un déjà vu, algo que ya habíamos vivido exactamente 4 años antes.

Otra losa que pesará sobre su cabeza es la del Estatuto de Cataluña. Era el 13 de noviembre de 2003, a pocas fechas de las elecciones presidenciales a las que concurría por primera vez como cabeza de serie en las listas del PSOE cuando, en un mitin en Cataluña, dio carta abierta a una reforma cuya mitad de sus texto era inconstitucional: Apoyaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán”. Algo que se explica si recordamos que para el presidente del Gobierno nación es un concepto discutido y discutible. El texto que finalmente avaló el Tribunal Constitucional el 28 de junio de 2010 habla de Cataluña como nación, impone el deber de conocer la lengua catalana y la creación de un régimen fiscal específico, entre otras cosas.

De las dos tardes de economía a los 4,7 millones de parados

Es público y notorio que Zapatero llegó a la presidencia del Gobierno con escasos, por no decir nulos, conocimientos de Economía. Prueba de ello la tuvimos antes de ser presidente. El 25 de septiembre de 2003 pronunciaba una conferencia sobre economía en Madrid junto a Jordi Sevilla. El entonces secretario de Economía de los socialistas dijo al secretario general del partido que se le notaba todavía un poco inseguro y que había cometido un par de errores. Terminó diciendo que “lo que tu necesitas saber para esto son dos tardes”. Zapatero contestó: “¿Sabes qué es lo peor?, que me gusta”. Ahora nos explicamos toda la política económica de estas dos legislaturas socialistas. El presidente del Gobierno aprendió economía en dos tardes y así ha ido a España.

Durante la primera legislatura, Zapatero se aprovechó de una etapa de crecimiento nunca vista antes en nuestro país, pero desde el año 2007 los síntomas de que se acababa la buena racha empezaron a asomarse. Desde todo el Ejecutivo negaron una y otra vez que hubiera una crisis que iba a atacar con fuerza las economías de los países desarrollados y, con especial virulencia, la de España. Lo negaron porque se acercaban las elecciones generales de 2008 y el PSOE, que había llegado a La Moncloa, por “accidente”, no quería dejar la poltrona. El ejemplo más claro de que desde el Gobierno se mintió a los españolas se vio en el debate televisado que ofrecieron Pedro Solbes y Manuel Pizarro. El flamante fichaje de Rajoy para llevar el devenir económico del PP puso encima de la mesa todos los síntomas que no dejaban lugar a dudas de que la crisis estaba sobre nuestras cabezas. El vicepresidente de Economía se limitó a descalificar al contrincante sin tomar nota de unas recomendaciones que habrían evitado gran parte de los daños de la crisis que todavía estamos sufriendo.

Ya en marzo de 2007, a un año vista de las elecciones, Zapatero participó en el programa televisivo “Tengo una pregunta para usted”. Allí, en TVE, dio rienda suelta a su demagogia y a su falta de rigor para analizar la realidad que vivían los españoles. Tan alejado estaba que ante la pregunta de “¿Cuánto vale un café en la calle?”, Zapatero respondió: “80 céntimos aproximadamente”. Una afirmación que no pasó desapercibida entre los miles de ciudadanos que se dejaban más de un euro en su consumición diaria.

Al margen de las anécdotas, el presidente del Gobierno sacaba pecho sobre la situación económica de España allí donde estuviera. Con la tasa de paro por debajo del 8% Zapatero seguía soñando: “Lo anunciaré de forma sencilla pero ambiciosa, la próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España”. En diciembre de 2007 se propuso “aspirar a acercarnos a los 2 millones de puestos de trabajo en la próxima legislatura”. Pero España empezaba a destruir empleo, cada vez había más parados, desde la oposición le pedían medidas que frenaran la sangría del paro y Zapatero se limitaba a decir que “el pesimismo nunca ha creado un puesto de trabajo”.

El optimista eterno de La Moncloa seguía en sus trece. El 9 de enero de 2008 propone ante los suyos “liderar un mayor esfuerzo colectivo para acercarnos a los 2 millones de empleos nuevos en la próxima legislatura, para situar la tasa de paro entorno al 7%”, hoy tenemos más de 4 millones 700 mil parados y una tasa de paro superior al 20%. Más optimismo, el presidente se defiende de las críticas del partido de la oposición con una frase que, con los números delante, deja claro que su visión de la realidad ha estado y está distorsionada: “La peor previsión de para que podemos tener por delante será siempre una previsión de paro mejor que la que mejor tuvo el Partido Popular”, era el 27 de abril de 2008, ya al frente de su segunda legislatura al frente del Ejecutivo.

Con el paro cada vez más alto, Zapatero llega a decir que los desempleados “no son parados, son personas que se han apuntado al paro”. Una reflexión que sin duda sólo puede venir de alguien que aprendió la teoría económica en dos tardes. Muy poco tiempo en el que sin duda no se puede aprender nada. Lo volvió a dejar claro en una entrevista en La Sexta, cadena creada por Zapatero para sus amigos Roures y compañía. Fue el 26 de febrero de 2008 cuando el presidente del Gobierno, dando la impresión de ir sobrado en la materia dijo: “Pero el Euribor, el precio que marca las hipotecas, lo marca el Banco Central Europeo”. Basta poner el Google “euribor” para saber que es un índice de referencia publicado diariamente que indica el tipo de interés promedio al que las entidades financieras se prestan dinero en el mercado interbancario del euro.

No es la única vez que nuestro presidente del Gobierno ha ido de sobrado. Otro ejemplo lo vimos en septiembre de 2007 cuando “haciendo un símil futbolístico, se puede decir que la economía española ha entrado en esta legislatura en la Champions League de la economía mundial”. También alardeó fuera de nuestras fronteras. En un viaje a Estados Unidos dijo que “quizá España tenga el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional”. Sin duda se olvidaba de las cajas de ahorros y de planes como el FROB que tendría que habilitar años después para evitar la quiebra de ese sistema de Liga de Campeones. Pero no quedó ahí su prepotencia. En el mismo foro y en un tono jocoso afirmó que “hemos superado la media europea de la renta per cápita y hemos superado a Italia, cosa que deprime mucho al primer ministro Berlusconi. Nuestro objetivo es superar en renta per cápita a Francia, esto no lo quiere ni oír mi amigo Sarkozy”. Se toma la licencia de llama amigo al presidente galo después de apoyar en su camino a la presidencia a su rival Ségolène Royal con un “Ségolène, siempre estaré a vuestro lado”. También menospreció la victoria de Angela Merkel en Alemania al afirmar que los resultados electorales habían sido un fracaso.

Crisis, ¿qué crisis?

Era septiembre de 2008 y la crisis internacional estaba encima de nuestras cabezas desde hace un año, aunque Zapatero y su oficina económica de La Moncloa o no la veían o hacían por no verla. El caso es que una y otra vez repetían que “no estamos en una crisis económica”, pero poco a poco se iba rindiendo a las evidencias y poco a poco se fue dando cuenta de que no podía seguir engañando a unos españoles que ya sufrían en sus propias carnes los estragos de la crisis. En febrero de 2008 decía que “la economía ha crecido muy bien en los últimos cuatro años y ahora está en un período de desaceleración, no de crisis y menos de recesión”. Fue cinco meses más tarde cuando se atrevió a decir la palabra tabú. Durante una entrevista en Antena 3 se le escapó que “en esta crisis, como ustedes quieren que diga, en esta crisis que se produce hay mucha gente que no va a tener ninguna dificultad”. Una afirmación, esta última, bastante atrevida con un país que se precipita hacia los 5 millones de parados, con más de un millón de familias con todos sus miembros en paro y con otros tantos que ya no reciben ninguna ayuda del Estado por su situación de desempleados.

Pero en fin, después de reconocer la crisis, pronto empezaron a vislumbrar desde el Ejecutivo los “brotes verdes” de nuestra economía. Zapatero lleva año y medio asegurando que “lo peor de la crisis ha pasado ya”, otra mentira porque seguimos metidos en el fango, con nuestra economía casi quebrada y pidiendo limosna para poder financiar nuestra abultada deuda.

Entre medias llegó la negociación con la patronal y sindicatos por la reforma del mercado laboral. Una mesa de diálogo que se iba retrasando a medida que iba siendo más necesario llevar a cabo las reformas estructurales que necesitaba España para no caer más bajo dentro del túnel de la recesión. Al final, los sindicatos de izquierdas, aquellos a los que Zapatero dijo el 1 de abril de 2009 que “necesito vuestro apoyo y necesito vuestro cariño”. Ni lo uno, ni lo otro. Convocaron la primera huelga general contra el líder de los socialistas, algo que llegaba tarde y que lo único que provocó fue paralizar a la fuerza servicios básicos de un país en crisis que no se podía permitir semejante lujo.

Retira las tropas de Irak y las manda a Libia

En materia internacional no le ha ido mucho mejor a ZP, aunque peor es imposible. Comenzó con una promesa cumplida y no por ello menos polémica, la orden dada el 19 de abril de 2004 de que “las tropas españolas destinadas en Irak regresaran a casa”. El “no a la guerra” y el nuevo talante triunfaban a pesar de que la decisión del nuevo inquilino de La Moncloa dejaba nuestras relaciones internacionales por los suelos. Australia llegaría a decir que España se había plegado a las exigencias de los terroristas. Más tarde diría que abandonó Irak porque “la paz exige más valentía y más heroísmo que la guerra”.

Promesa cumplida, pero también varias incumplidas. La primera de ellas la de debatir la retirada en el Congreso de los Diputados. Otra, informar al Consejo de Ministros. En definitiva, Zapatero pasa en poco más de 7 años del No al Sí a la guerra, esta vez en Libia escudándose en una resolución de Naciones Unidas y sin llamar a las cosas por su nombre. Como la presencia de nuestros soldados en Afganistán, donde han muerto un centenar de compatriotas.

Zapatero se creía el líder ejemplar en el que se miraban los demás países europeos. Pero se ha ganado la enemistad de los países de su entorno con desprecios como los ya comentados hacia Sarkozy o la canciller alemana y una política condescendiente con las dictaduras sudamericanas y con las de otros países como Marruecos. En un encuentro con Mohamed VI y posando ante las cámaras se pudo oír a ZP que “la foto es lo más importante”. Suponemos que no lo diría por aquella foto en la que se le veía bajo un mapa con Canarias, Ceuta y Melilla dentro de Marruecos, o aquella con el pañuelo palestino, por no hablar el posado con sus hijas en la Casa Blanca, o en el Foro de Davos con los países con más dificultades económicas, o la que aparece corriendo en la playa sin dejar huella a su paso.

También hay que recordar aquel episodio lamentable de 2003 en el que Zapatero se quedó sentado al paso de la bandera de los Estados Unidos durante el desfile de las fuerzas armadas en el Día de la Hispanidad. Aquella actitud unida a la retirada de las tropas de Irak tensó las relaciones con la primera potencia mundial en cuanto el secretario general del PSOE llegó al Palacio de La Moncloa. El entonces presidente George W. Bush nunca telefoneó a presidente del Gobierno y su primer encuentro se limitó a un “hola, ¿cómo está?”, que le dijo Bush a ZP.

En principio, Zapatero tenía puestas sus esperanzas en que ganaran los demócratas en Estados Unidos y sus relaciones mejoraran. Ganó Barck Obama y el mundo respiró ante la llegada del nuevo Mesías que iba a sacar al mundo de la crisis y la recesión económica, pero nada más lejos de la realidad. Las relaciones entre España y EEUU se suavizan, ya lo dijo Leire Patín: “Sugiero que estén atentos al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta. La coincidencia en breves de dos liderazgos progresistas a ambos lados del Atlántico, la presidencia de Obama en Estados Unidos y la presidencia de Zapatero en la Unión Europea en tan sólo unos meses”. Dicho encuentro no llego finalmente hasta que el presidente del Gobierno se fue a rezar a Norteamérica. El 4 de febrero de 2010, José Luis Rodríguez Zapatero citó la Biblia, concretamente “el capítulo 24 del Deuteronomio. No explotarás al jornalero pobre y necesitado”.

A pesar de esto, España seguía al margen de las reuniones y decisiones importantes. Como prueba de ello, aquella imagen de la soledad de Zapatero en la Cumbre de la OTAN el 4 de marzo de 2004. En la Cumbre del Clima de Copenhague pudimos ver la faceta poética del jefe del Ejecutivo. Allí, dijo que “la tierra no pertenece a nadie salvo al viento”.

España había pasado de ser el milagro en el que se fijaban todos los países europeos al crear tres de cada cuatro puestos de trabajo generados en Europa, a ser el principal culpable del incremento del paro en el seno de la Unión.

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